El Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933 (PNOH1933) fue redactado por Manuel Lorenzo Pardo, al frente del Centro de Estudios Hidrográficas, en su primera etapa. Como se indica en las directrices del Plan: “la idea fundamental consiste en atribuir a los nuevos regadíos una función impulsora de la producción, con el doble objeto de satisfacer las necesidades del consumo nacional y de proporcionar productos apetecibles por el mercado exterior; en una palabra, resolver conjunta y armónicamente el problema económico en su aspecto agrícola, ofreciendo medios y plazo para los restantes” (Lorenzo Pardo, 1933). El objetivo del plan es facilitar la creación de nuevos regadíos, con la finalidad de atender al consumo nacional y a la exportación.
Contiene un detalle extenso de nuevas obras hidráulicas ─principalmente presas de embalse─ destinadas a aumentar la superficie dedicada al regadío. Realiza una dura crítica de la falta de realizaciones prácticas de los planes anteriores (Figura 1).

Figura 1. Gráfico incluido en el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933, analizando el cumplimiento del Plan provisional de riegos y pantanos de 1902 (Plan Gasset)
Además de las obras de regulación, aborda el asunto del que denomina desequilibrio hidrográfico, como la diferencia entre los objetivos y recursos entre las vertientes atlántica y mediterránea, cuyas cifras se encuentran resumidas gráficamente en la Figura 2.

A continuación, en el PNOH1933 se plantea “el desequilibrio económico y su corrección”, indicándose que el “desequilibrio hidrográfico se encuentra en oposición con el económico desde el punto de vista agrícola”. Defiende la importancia del regadío en el Levante para aumentar la exportación.
Conclusión del epígrafe Desequilibrio hidrográfico del capítulo V del PNOH1933 (Lorenzo Pardo, 1933):
El desequilibrio hidrográfico es manifiesto. Por ello dijimos recientemente, refiriéndonos a la esencia de este problema, y recordando a Costa cuando se lamentaba de que la altura de los Pirineos no fuera mayor aún, que era lamentable también, muy lamentable, que al bascular el macizo peninsular hacia Occidente para adquirir la forma actual, no se produjera algún accidente capaz de fijar la divisoria de aguas hacia el meridiano de Madrid, por lo menos, en vez de haber quedado poco más acá de Cuenca.
En un análisis general, separa la cuenca del Ebro, que cuenta con las aportaciones cantábricas y pirenaicas. Del resto:
- Riegos de Valencia (y Castellón): cuentan con los ríos Mijares, Palancia, Turia y Júcar, de importante caudal, pero con problemas en algunos periodos.
- Provincia de Alicante: “la escasez es mucho mayor y más general”. Cuencas pequeñas, con obras de regulación caras de mantener y de escaso volumen. También se encuentran los regados con sobrantes del Segura (al amparo de la Ley de Aguas de 1879), con fuertes elevaciones, de un riego escaso y caro:
- Cuenca del Segura: cuenta con las aportaciones del Segura para atender lo que actualmente se conoce como regadíos tradicionales, con grandes posibilidades de ser ampliados, especialmente con el Campo de Cartagena.
- La provincia de Almería: cuenca del Almanzora, muy deficitaria.
La solución dada en el PNOH1933 de mejora y ampliación de estos riegos se refleja en la Figura 3.

(…) Cuyo volumen ha de reunirse con las aguas sobrantes del Mijares, del Turia y del Júcar y del Segura y otros menores, y con la aportación de las cabeceras del Tajo y del Guadiana, este último en cantidad comparable con la que exige la zona que siempre se ha considerado integrante de su propia cuenca. Para la del Tajo se estima que la derivación representa un 12 por 100 del volumen total actualmente sobrante; la proporción es mucho menor en el Guadiana, del orden del 1,8 por 100. (…)
Al dar a conocer la idea se señalaron dos soluciones límites: una de aguas rodadas, y otra que contaba con elevaciones y aprovechamientos residuarios. Cualquiera de las dos puede serlo, pero entre las dos se encontrará lógicamente la solución óptima, y lo será si a una suficiente economía reúne una gran sencillez y una gran libertad y amplitud de explotación (Figura 3; fig. 19 del PNOH1933).
Posteriores reconocimientos permiten vislumbrar los rasgos más salientes de esa solución. Son los siguientes:
- Se procurará limitar la longitud del canal alto de derivación del Tajo (cota 1.000), por ser ésta la obra más costosa y lenta, y la última parte, o sea la del río Gallo, la que ofrece menos recursos hidráulicos.
- La elevación del caudal suplementario puede reducirse haciendo la derivación baja a la altura de los embalses de Buendía y Entrepeñas, en proyecto. Al paso se derivarán las aguas del Gigüela y del Záncara. La fuerza necesaria puede proceder en gran parte o en su casi totalidad, de las caídas del caudal superior.
- Las aguas procedentes de las cabeceras de los ríos Tajo, Guadiana y Júcar se reunirán, según se expuso, en el pantano de Alarcón, donde se distribuirán, respetando y asegurando todas las dotaciones actuales y todos los derechos de carácter agrícola.
- El paso del Júcar al Segura se abreviará en longitud de túnel, en coste y en tiempo mediante una elevación. El canal destinado al Segura puede llevarse al pantano de Talave, que actuará como contraembalse. Hay un desnivel aprovechable de unos 300 metros, sobradamente suficiente para la elevación.
- Desde el pantano de Talave pasarán las aguas al valle del Segura, cruzándolo sobre la presa del Zenajo, en cuyo embalse se reunirán las regularizadas del río principal y las que convenga verter. El canal correspondiente se desarrollará por los mejores terrenos de la margen derecha, pasando por encima de Lorca y por el collado de Huércal-Overa al valle del Almanzora.
- En este ramal habrá un salto importante, y otro mayor aún en el de Cartagena, muy sobradamente suficientes para abastecer una elevación supletoria de aguas residuarias en el tramo bajo del Segura, elevación que completará el plan y anticipará los beneficios, aunque sea solamente con carácter eventual. Esta obra cumple todos los objetivos acumulados en antiguos proyectos, cuyos considerables costes evita.
- Pueden ser alimentados supletoriamente los embalses de Quípar (construido) y el de Camarillas (en construcción).
- Los riegos de la margen izquierda ─zona alicantina─ pueden darse con un solo canal, que sigue la traza más fácil y expedita, cruzando los mejores terrenos. Pasa muy por encima de Alicante, llevando el riego hasta el límite más alejado de su zona regable. Algunas zonas algo más altas, como la de Novelda, pueden ser atendidas sin ocasionar dificultades a la obra, por medio de fáciles elevaciones locales, para las que hay fuerza sobrada procedente del propio canal.
Tanto en la exposición del PNOH1933 como gráficamente en esta Figura 3, se observa la concepción diferente respecto al ATS finalmente construido. Con los caudales del Tajo (y cabecera del Guadiana), además de reforzar los regadíos de Valencia, contemplaba mayor superficie en la provincia de Alicante (con un canal desde Camarillas), además de unos regadíos en Albacete.
Otra diferencia importante es la captación del agua en la cabecera del Tajo, que se plantea en dos puntos: por una parte mediante el llamado “canal de la cota 1000”, con un aprovechamiento hidroeléctrico al final del mismo, y una elevación en Bolarque, cuyo consumo sería suministrado por el aprovechamiento hidroeléctrico anterior. En la Figura 3 no aparecen dibujados los embalses de Entrepeñas y Buendía, pero sí estaban contemplados en el Plan.
Respecto a la cuenca del Tajo, plantea una gran zona regable entre el Tiétar y el Alberche, que sería atendida juntamente con la regulación del Tiétar (Rosarito) y Alberche (Burguillo ─ya construido, pero con litigios─, Venta del Obispo y San Juan). Como se verá más adelante, en el Plan General de Obras Públicas de 1940 se planteó regar esta zona regable con recursos regulados en la cabecera (Figura 4).

El PNOH1933 fue presentado a las cortes el 31 de mayo de 1933. Antes, como se indica en la nota de remisión redactada por el ministro Indalecio Prieto, e incluida en la presentación de la edición publicada en el PNOH1933 para su difusión, fue presentado al Consejo de Obras Hidráulicas para que se pronunciase. Este Consejo, esgrimió que ante la perentoriedad del requerimiento y la magnitud del Plan, se limitó a “espigar en su memoria”, y con un escrito de fecha 22/4/1933, en el que se indicaba que no exigía las condiciones exigibles a un plan definitivo y obligatorio para veinticinco años, proponiendo separar el trasvase de aguas del Tajo y el Guadiana para estudiarlo detalladamente ─sería aprobado por una Ley especial, si se encontraba conveniente─, además de un estudio concienzudo del plan general.
La tramitación del plan era lenta, “con algunas voces muy críticas como las de José Nicolau Sabater, proyectista de los riegos del Alto Aragón, que no los veía suficientemente incluidos en el Plan, o Félix de los Ríos, que proponía un trasvase desde el Ebro” (Lorenzo Pardo, 1933). Esta tramitación se vio interrumpida con la disolución de las Cortes en octubre de 1933.
Rafael Guerra del Río, ministro de Obras Públicas del 12/9/1933 al 4/10/1934 y del 3/4/1935 al 6/5/1935, con distintos gobiernos, nombró Director de Obras Hidráulicas a Manuel Lorenzo Pardo y respaldó el PNOH1933. Bajo su mandato se realizó una publicación en imprenta, presentada por el propio ministro, digitalizada y accesible en la web del Centro de Estudios Hidrográficas. El 1/7/1934 “se publicaron en la Gaceta unas Bases que suponían la aceptación oficial de las directrices” (Lorenzo Pardo, 1933). El Plan continuó perfeccionándose en el Centro de Estudios Hidrográficos, hasta su supresión el 16 de marzo de 1936.
Bibliografía
Lorenzo Pardo, M., 1933. Plan
Nacional de Obras Hidráulicas. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra, S.A..