El Canal de Isabel II versus el Plan Hidrológico del Tajo

Tres son las objeciones (por llamarlas de alguna manera) que el Canal de Isabel II viene poniendo al Plan Hidrológico del Tajo. Limitándonos, claro, a las cuestiones de índole técnica. En las otras cuestiones, las políticas, (que haberlas, haylas) nos vedamos entrar por ahora. Estas cuestiones son, a saber, los caudales ecológicos del eje del Tajo, la depuración de las aguas usadas de la Comunidad de Madrid y la gestión del abastecimiento del Canal de Isabel II. Nos limitaremos hoy a la tercera cuestión, la gestión del abasto, que nos parece la más intrincada. Por haber sido yo cocinero ambos bandos, tengo ahora algo que decir (subdirector de Recursos Hídricos en el Canal de Isabel II 2000-2008, y Jefe de la Oficina de Planificación Hidrológica 2008-2013).

Cuestiones previas. La primera, ambos organismos, Confederación del Tajo y Canal de Isabel II, pertenecieron en su tiempo al Ministerio de Obras Públicas en paralelo. Tan es así que el ministerio encargaba la realización de las presas a la Confederación (por ejemplo, El Atazar) y los canales de transporte al Canal (Canal del Atazar y ETAP de Torrelaguna asociada, por ejemplo). La Ley de traspasos de funciones a la Comunidad de 1984 pasó las infraestructuras de abastecimiento a la Comunidad para su uso por el Canal de Isabel II. Ello le confirió al Canal una situación singular, pues se constituyó de facto como la administración hidráulica de la Comunidad durante muchos años, corrigiéndose esta situación poco a poco. El papel de la Confederación consistió, en síntesis, en construir algunas infraestructuras para el Canal, gestionar las avenidas (en colaboración con el Canal), vigilar los vertidos a los ríos de las aguas usadas y otorgar las concesiones de aprovechamiento. La gestión del abastecimiento fue llevada a cabo íntegramente por el Canal sin ninguna interferencia por parte de la Confederación hasta las fechas actuales.

La segunda cuestión que queremos exponer es la importancia del abastecimiento a la gran conurbación madrileña. Se trata de la mayor concentración urbana de la península (más de 6,5 millones de habitantes), la segunda zona industrial de España y la primera en la economía y los servicios. Además, se encuentra alejada de la costa, por lo que no puede contar con el recurso a la desalación de aguas marinas. 

Se suministra de un conjunto de ríos que forman las varillas de un abanico que confluyen en la capital: Alberche, Guadarrama-Aulencia, Manzanares, Lozoya, Jarama y Sorbe, así como una toma en el río Tajo y las aguas subterráneas del Acuífero Detrítico de Madrid. Con la peculiaridad de que gestiona embalses fuera de la Comunidad: El Vado, en Guadalajara y La Aceña, en Ávila. La Confederación no ha interferido en la gestión por el Canal de estos embalses.

Caso especial lo constituye el río Alberche, que procedente de Castilla y León (embalse del Burguillo), atraviesa durante un corto trecho la Comunidad de Madrid, donde se almacenan sus aguas en el embalse de San Juan y el azud de Picadas, pasando a Castilla-La Mancha hasta entregar sus aguas al Tajo cerca de Talavera de la Reina. Aquí reside el quid de la cuestión del enfado del Canal con la Confederación.

Para completar la situación tenemos que remontarnos al año 1965, año en el que se produjo la última crisis en el abastecimiento de la capital, llegando a más de 12 horas diarias de corte de suministro, por lo que el ministro correspondiente fue cesado fulminantemente. Este hecho vino a coincidir con el Anteproyecto del abastecimiento conjunto del Trasvase Tajo-Segura de 1967, que adjudicó las aguas del Tajo de Entrepeñas-Buendía al Sureste, negando a Madrid la posibilidad de derivar aguas por gravedad del Tajo desde Entrepeñas (como ya había propuesto en la Memoria del Canal del año 1955, conectando sus aguas con la ETAP de Colmenar Viejo aprovechando para la conexión el trazado de un ferrocarril abandonado). Los redactores del Anteproyecto llegaron a afirmar sorprendentemente que «el Trasvase para riegos tenía mayor interés nacional» frente al abastecimiento de la capital, escondiendo que se trataba quizá de obtener divisas para financiar el equipamiento industrial de nuestro país en la etapa del desarrollo de los años sesenta.

Sea como fuere, para asegurar el suministro de la capital, se le asignaron al Canal (concedieron) las aguas del Alberche captadas en el azud/embalse de Picadas, 118 hectómetros cúbicos al año, elevadas uno 300 m hasta la ETAP de Majadahonda (se le llamó Sistema AMSO, Abastecimiento a Madrid Solución Oeste) sin ningún tipo de restricciones dada la preferencia del abastecimiento a la capital frente a cualquier otro uso. Pasados los años y ante el crecimiento de la demanda de Madrid se amplió la concesión en 100 hectómetros cúbicos mediante toma en los desagües del embalse de San Juan y conducidas en túnel al embalse de Valmayor. Tampoco se impusieron en principio restricciones para su aprovechamiento por el Canal. 

La gestión de este complejo sistema hidráulico, con tantas fuentes de suministro con características singulares, y numerosas zonas de demanda con características también singulares, a las que habría que añadir numerosísimas incidencias en el sistema, como obras de mejora y ampliación en las propias instalaciones o cortes de canales de aducción por obras de carreteras, ferrocarriles o urbanizaciones, constituyen una tarea permanente de los técnicos del Canal. Además de una programación mensual basada en modelos, a la que se añadía la propia expertise, se producen permanentemente incidencias no programadas que requieren maniobras diarias o, incluso, horarias. Adicionalmente la gestión del Canal se hace teniendo en cuenta que, en cualquier momento, puede comenzar una sequía, que hay que prevenir. Nada de esto, por lo que se ve, se ha tenido en cuenta por la Confederación en el último Plan Hidrológico.

Y aquí llegamos a la cuestión. Consiste principalmente en que la Confederación defiende los riegos del Canal del Alberche, cuyo suministro gestiona a través de los órganos de administración y gestión, considerando que, de algún modo, el Canal ha de someterse a las condiciones que le imponga la Confederación en relación con la gestión del suministro a la capital, sacando de la manga unos trasvases entre «sistemas de explotación», que es un concepto arbitrario y poco jurídico. El Plan Hidrológico, al parecer, se ha allanado a las imposiciones del área de explotación de la Confederación y se ha metido en un lío, pues un abastecimiento holgado, previsor de cambios climáticos en un área que no puede contar con otras fuentes de suministro como el mar, teniendo en cuenta que se trata del mayor abastecimiento de España y la complejidad y riesgo que presenta una crisis del mismo, obligan a revisar de oficio esta parte del Plan Hidrológico. Reflexión adicional. A los regantes siempre se les podría compensar, en su caso, por el recurso que no se les suministra, pues su objeto es tener ingresos derivados del agua (de aplicación el aseguramiento de riesgos mediante opciones y futuros), Sin embargo, ¿qué haría un ciudadano al que se le dijera que no se le suministra agua y, en cambio, se le dan unos 2 euros por cada metro cúbico que se le deje de suministrar? ¿Se iría al supermercado próximo a comprar agua embotellada a unos 500 euros el metro cúbico?

Autor:

Bernardo López-Camacho y Camacho

Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
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