En la actualidad, la energía eléctrica se genera desde diversas fuentes. En 2016, la energía hidroeléctrica generada en España representó el 17% de la potencia instalada, y el 12% de la energía producida (Ministerio de Industria, Energía y Agenda Digital, 2016) (Figura 1). La energía hidroeléctrica generada en centrales que disponen de un gran embalse regulador tiene un uso preferente para suministrar la energía en horas punta, ante la posibilidad de garantía respecto a otras energías (como la eólica o solar) o su capacidad para una respuesta rápida de arranque y parada, en contraste con las de origen térmico. Además, las grandes centrales hidroeléctricas (Alcántara en el Tajo y Aldeadávila en el Duero) tienen un papel estratégico, pues serían las primeras en ponerse en marcha ante una eventual caída de la red a nivel nacional.
A esta situación actual se ha llegado por medio de una historia en la que han ido cambiando tanto el volumen de energía generada como el peso de las diferentes fuentes. Esto se aprecia claramente en la Figura 2, obtenida a partir del capítulo 5 de la publicación de la Fundación BBVA Estadísticas históricas de España, siglos XIX-XX (Carreras de Odriozola, 2005).
En el primer tercio del siglo, entre 1901 y 1935 el crecimiento medio fue del 11% anual (Figura 3) . Durante la Guerra Civil se produjo un descenso del 4% anual, volviéndose a un crecimiento fuerte, del 9% anual medio en el periodo 1940-1960, si bien con un comportamiento errático (fallos del sistema). El crecimiento se acelera en la década de los 60 (media del 12% anual), bajando al 7% en la década de los 70 y al 4% en el periodo 1981-2000.
Por tanto, en 1940, con la guerra recién terminada, se estaba en una situación en la que la potencia eléctrica instalada parecía suficiente para las necesidades del momento. Así, el Plan General de Obras Públicas de 1940 (PGOP1940) reconoce el potencial hidroeléctrico del agua, pero encamina las actuaciones principalmente a aumentar las superficies de regadío, sobreentendiéndose la compatibilidad con el uso hidroeléctrico.
Sin embargo, enseguida se constata la necesidad de incrementar la capacidad de generación eléctrica (Figura 4), siendo la hidroelectricidad la solución más deseada al no tener coste de combustible, máxime en un régimen económico autárquico que dificultaba la importación de carbón y petróleo. El peso de la energía hidroeléctrica era superior al 90% en los primeros años tras el final de la guerra, pero en los años siguientes, a pesar de que se incrementara su potencia, no fue capaz de seguir a la demanda.
Además de la capacidad de las centrales, entraba en juego la disponibilidad del recurso, especialmente en los años secos, Esto lleva a fijarse en la capacidad de regulación de los saltos, además de su altura. En cierta manera, entra en competencia con los riegos pues, aunque no se trata de un uso consuntivo, sí condiciona la operación del embalse. Por otra parte, si la toma de riegos está en el propio embalse, imposibilita la turbinación de ese volumen de agua.
En este contexto, parece que se cuestionó el enfoque del PGOP1940 y se pidió que desde el Estado se promoviera o facilitara el uso hidroeléctrico. En 1943, el artículo de la Revista de Obras Públicas Consideraciones económicas sobre la Ley de Aguas (Llamas Zapatero, 1943) cuestiona la prioridad del uso del riego respecto al hidroeléctrico, que puede ser de mayor utilidad para el país[1]. Continúa subrayando la importancia de los embalses para regular las aportaciones, que en el fondo son “reservas de energía” sugiriendo valorar el agua embalsada por el correspondiente valor del combustible fósil que se requeriría para generar la misma cantidad de energía.
Antonio S. Peralba Sánchez, en dos artículos publicados en la Revista de Obras Públicas en 1942 y 1943, con el mismo título de Panorama eléctrico nacional [ (Peralba Sánchez, 1942) y (Peralba Sánchez, 1943)], se hace eco en el primero de la preocupación que hay en entornos técnicos sobre la falta de construcción de nuevas centrales, mientras que en el segundo, redactado al año siguiente, avisa de que se está en una solución alarmante, que requiere la intervención del Estado, pues las empresas productoras no son capaces de afrontar los retos de las nuevas construcciones.
El mismo autor, publica también en la Revista de Obras Públicas, en 1942, el artículo El nuevo plan de obras hidráulicas (Peralba Sánchez, 1942), en el que en un contexto de loas al PGOP1940 plantea la necesidad de colaboración del Estado en la construcción de los nuevos embalses, ya sea para usos del regadío y/o hidroeléctricos, en un modelo en el que el Estado construye las infraestructuras de regulación, que explotan las empresas eléctricas pagando el correspondiente canon, pasando al Estado la totalidad de la infraestructura (incluida la central) al terminar el periodo de amortización.
Enrique Uriarte Humarán, en su artículo de 1951 Régimen hidroeléctrico español del decenio 1941-50 (Uriarte Humarán, 1951), muestra cómo afectó la variabilidad de las aportaciones a la generación hidroeléctrica, comparándola con el caso de Francia que presentaba un comportamiento más uniforme al ser el comportamiento de sus ríos más regular. Su artículo de 1954, Régimen hidráulico nacional desde el punto de vista hidroeléctrico (Uriarte Humarán, 1954), en el que desarrolla más cálculos mostrando la irregularidad de las aportaciones de los ríos en España, finaliza ─como última conclusión─ con: “Finalmente la conveniencia de prodigar en lo posible los hiperembalses para compensar los años secos con los húmedos”.
Volviendo a la evolución de la energía de la Figura 2, en la Figura 5 se realiza otro zoom, en este caso centrado en el periodo 1940-1959. Sobre esta evolución, se ha dibujado una curva de crecimiento constante entre el inicio y final del periodo. Se aprecia que esta curva tiene muy buen ajuste con el total de energía generada al inicio y final del periodo, estando por encima en el tramo intermedio. Esta diferencia puede ser tomado como un orden de magnitud del déficit eléctrico en esos años. Condicionada por la irregularidad de la producción hidroeléctrica, dependiente de las aportaciones, en los años 1945 y 1949 este desfase es mayor. Conforme va avanzando el periodo, aumenta el peso de la energía térmica, ante la imposibilidad de poder atender el crecimiento de la demanda con la energía hidroeléctrica, unido a los problemas de falta de garantía asociada a la disponibilidad de agua para turbinar.
En este sentido, la expresión “pertinaz sequía” fue empleada recurrentemente en los discursos y documentos oficiales de la época. Analizando los datos hidrológicos generales, los años más duros de esta pertinaz sequía fue el periodo 1944-1954, coincidente con el tramo intermedio en el que la producción eléctrica estuvo por debajo del crecimiento medio constante.
En resumen, en 1940 parece que no se consideraba un problema perentorio el aumento de la potencia hidroeléctrica ─al menos, no tanto como el desarrollo del regadío─, o bien se confiaba en la suficiencia de las empresas eléctricas para acometerlos por su cuenta. Al poco tiempo se vislumbró el problema, por serios fallos en el servicio. Una de las soluciones dadas fue el fomentar desde el Estado la construcción de las centrales hidroeléctricas con embalse regulador, de manera adicional a lo considerado en el PGOP1940.
Bibliografía
Carreras de Odriozola, A., 2005. Industria. En: A. Carreras de Odriozola & X. Tafunell Sambola, edits. Estadísticas históricas de España, siglos XIX-XX. Bilbao: Fundación BBVA, pp. 367-454.
Llamas Zapatero, Á. M., 1943. Consideraciones económicas sobre la Ley de Aguas. Revista de Obras Públicas, Issue 91, tomo I (2739), pp. 308-3011.
Ministerio de Industria, Energía y Agenda Digital, 2016. Estadística de la industria de la energía eléctrica 2016. Ministerio de Industria, Energía y Agenda Digital. [En línea] [Último acceso: 16 3 2018].
Peralba Sánchez, A., 1942. El nuevo plan de obras hidráulicas. Revista de Obras Públicas, Issue 90, tomo I (2726), pp. 283-288.
Peralba Sánchez, A. S., 1942. Panorama eléctrico nacional. Revista de Obras Públicas, Issue 90, tomo I (2729), pp. 447-451.
Peralba Sánchez, A. S., 1943. Panorama eléctrico nacional. Revista de Obras Públicas, Issue 91, tomo I (2741), pp. 405-407.
Uriarte Humarán, E., 1951. Régimen hidroeléctrico español del decenio 1941-50. Revista de Obras Públicas, Issue 99, tomo I (2837), pp. 431-436.
Uriarte Humarán, E., 1954. Régimen hidráulico nacional desde el punto de vista hidroeléctrico. Revista de Obras Públicas, Issue 102, tomo I (2875), pp. 529-537.
[1] «En resumen: en el año 1879, cuando se promulgó la Ley de Aguas, satisfechas las necesidades de las poblaciones y ferrocarriles., un metro cúbico de agua o fecundaba la tierra o no era sino un volumen más a incrementar los ingentes volúmenes del mar; hoy, por obra de los aprovechamientos hidroeléctricos, es equivalente a una masa de energía o un volumen de combustibles, mayor o menor, según las características e importancia de las instalaciones porque pase, y puede aplicarse a usos diversos a muchos kilómetros del lugar de ubicación de las presas, debiendo emplearse donde más conveniente sea para las necesidades de la nación». (Llamas Zapatero, 1943).