Oposición de Manuel Díaz-Marta desde el exilio

Más como anécdota, cabe citar que en 1968 se expresaron otras afecciones distintas a la cuenca del Tajo, más parecidas a los problemas actuales. Se trata del escrito que Manuel Díaz-Marta remitió en febrero de 1968 a su amigo José Conde Alonso ─incluido en el libro Toledo y el Trasvase Tajo-Segura─, que se reproduce a continuación:

Escrito remitido por Manuel Díaz-Marta ─en ese momento en el exilio─ en febrero de 1968 a su amigo José Conde Alonso. Tomado del libro Toledo y el Trasvase Tajo-Segura (Moreno Nieto, 1978).

La prensa de Madrid anuncia que el anteproyecto de trasvase del Tajo al Segura se encuentra «técnicamente a punto” y que saldrá en fecha muy próxima a «información pública» («ABC», 4 de febrero) por el plazo reglamentario de un mes. Plazo que, dadas las características de la obra, «que puede cambiar la faz de varias provincias españolas, podría ser ampliado para el mayor conocimiento por parte de todos». Con motivo del anuncio, se expone al público el famoso proyecto. Esta es su primera presentación, pues las noticias anteriores, muy raras por cierto, no daban una idea clara y completa del mismo. Se sabía que a toda prisa se estaba ultimando, se conocían algunos viajes del ministro y sus ayudantes para calmar el malestar de los toledanos y se rumoreaba en ciertos medios acerca de las dificultades de información y expresión de los perjudicados por el trasvase.

Parecía corno si se tratara de evitar la confrontación de intereses y opiniones; y sobre todo de ganar tiempo, cual si el transcurso de éste se temiera que fuera desfavorable al proyecto. El anuncio repentino de la información pública parece confirmar ese temor, puesto que tiende a hacer muy difícil que los que se oponen al proyecto, técnicamente complejo, lo estudien debidamente para fundar una protesta razonada.

En todo este proceso parece dominar una idea preconcebida y obsesiva. Los autores del proyecto abordan el problema de la escasez de agua en Levante de un modo unilateral. Una y otra vez citan «la grandiosidad de las obras», como si fuera una justificación de las mismas; con notorio olvido de los postulados de la economía política y de otras consideraciones geográficas y ecológicas.

Es extraño que en las contadas noticias anteriores y en las informaciones recientes se haga tan escasa referencia a las aguas subterráneas y a su posible utilización para suplir las demandas de abastecimientos y riegos. Estas aguas se aprovechan en gran escala y por medio de sistemas técnica­ mente avanzados en muchos países. Entre éstos, en varios del Mediterráneo, con tanta o más escasez de agua que el litoral español. Israel sustenta los cultivos de su planta costera a base de explotación intensa de sus yacimientos acuíferos, recargándolos con aguas del Jordán y con los desagües de los centros urbanos, a los que se mezclarán en fecha próxima las aguas del mar desalinizadas para obtener aguas de mayor pureza. En otros países de menor desarrollo técnico, como Grecia, Chipre, Argelia y Túnez se realizan ya explotaciones intensivas del mismo tipo y se comienzan a utilizar las capas acuíferas como embalses subterráneos, a fin de utilizar al máximo la totalidad de sus recursos hidráulicos, tanto superficiales como profundos.

Estos avances no pueden desconocerse en el Ministerio de Obras Públicas: primero porque sus técnicos tienen la obligación de estar al tanto de lo que pasa en el mundo, y luego, porque en la misma España, en la cuenca del Guadalquivir, se acaba de hacer con éxito una investigación, en la que han colaborado varios organismos técnicos internacionales, que ha descubierto la posibilidad de extraer unos 1.500 millones de metros cúbicos de agua del subsuelo por año. Una investigación de la misma seriedad e importancia que la llevada a cabo en el Guadalquivir debiera hacerse sin duda en las cuencas de la vertiente mediterránea; pero de esto no se habla en la literatura explicativa del proyecto.

No es ésta la sola omisión. Corno puede verse en lo que sigue, algunos otros datos e informaciones, que atañen a problemas generales o al proyecto que ahora se anuncia, se han omitido en su primera presentación al público o aparecen expuestos en forma tal que pueden conducir a conclusiones equivocadas.

DISTRIBUCION DE LOS RECURSOS HIDRÁULICOS EN LA PENINSULA.

El trasvase del Tajo al Segura se presenta como una primera etapa de una empresa mucho más vasta: corregir el desequilibrio hidráulico de las diez cuencas o vertientes de la Península. «Cinco cuencas españolas dan un superávit de 25.280 millones de metros cúbicos. Las otras cinco, un déficit de 5.390 millones. Ante esta situación ─dice el «YA» del 3 de febrero─ «el Ministerio de Obras Públicas no se podía cruzar de brazos». Los diarios explican brevemente en qué consiste este desequilibrio y los medios que propone el Ministerio para remediarlos, y con alguna mayor extensión dan cuenta de la obra de trasvase del Tajo al Segura. Una nota especial del Ministerio aclara que «las diversas soluciones no son alternativas, sino sucesivas, para llegar a Ia corrección del desequilibrio nacional».

El programa anunciado revela que ese vasto problema del desequilibrio hidráulico se está enfocando con una visión estrecha, limitada a la que por desgracia es bastante común entre los que nos dedicarnos a la ingeniería. Diríase concebido en tiempos pasados, cuando la técnica podía hacer cambios impresionantes en el curso natural de las aguas, pero todavía no se conocían, ni se temían, corno hoy se temen, los graneles trastornos que pueden ocasionar tales cambios. Obviamente. una redistribución de aguas como la que se plantea, que afectaría al medio vital de grandes porciones de la Península, escapa del dominio exclusivo de la ingeniería hidráulica. Es un tema de estudio ─muy complicado por cierto─ en el que habrían de intervenir especialistas de otras ciencias: económicas, políticas y biológicas, a más de los Hidrólogos e Ingenieros.

EL BALANCE HIDROLÓGICO.

El que se resume en la prensa es incompleto, puesto que sólo se refiere a las aguas superficiales. Las precipitaciones atmosféricas no se incluyen. Tampoco las estimaciones de aguas subterráneas. Estas últimas no podrían figurar en ningún caso porque están por hacer. En estas condiciones es ocioso presentar un balance hidrológico puesto que no se conoce.

Dejando de lado las omisiones, los datos notados de «aportaciones» o «disponibilidades» en el balance desfiguran la situación real de abundancia o escasez de agua superficial en cada cuenca. Y los de «demandas» o «necesidades» se refieren solamente a abastecimientos y regadíos, olvidando otros empleos útiles del agua, tan importantes como la producción de energía eléctrica y el uso del agua, no consultivo, en la industria y en las minas.

En la presentación del balance se atribuye superávit a la vertiente Norte «incluida Galicia» y a las cuencas de los ríos Duero, Tajo, Guadiana y Ebro, y déficit a las del Guadalquivir, Segura y Júcar y vertientes Sur y Oriental del Pirineo, como puede verse en el cuadro siguiente. En él, las cifras de demandas están calculadas teniendo en cuenta la población futura, estimada en unos 50 millones de habitantes. Las de aportaciones representan las correspondientes a la cuenca total, donde toda ella yace en territorio español y solamente las porciones españolas de la cuenca en los casos del Duero y el Tajo.

En el caso del Tajo ─y algo semejante ocurre en el del Duero─ la aportación, estimada hasta la frontera, incluye las de los poderosos afluentes Alagón, Tiétar y Almonte; ya en una zona semidespoblada, donde no hay ni habrá, riegos que efectuar ni poblaciones importantes que abastecer. La cifra de 8.150 millones de metros cúbicos de aportaciones y el superávit de 3.520 que se deducen de ella, están muy lejos de reflejar la situación en la cuenca intermedia, donde las aportaciones anuales son mucho menores y radican la mayor parte de las necesidades de agua.

En efecto, en la presa de Castrejón, situada entre la confluencia del Guadarrama y la del Alberche y a unos 40 kilómetros río abajo de Toledo, el Tajo transporta anualmente 3.470 millones de metros cúbicos. La de manda para riegos futuros podría estimarse en 1.500 millones de metros cúbicos y la de abastecimientos e industrias (en exceso de la actual), en unos 1.200 millones, con lo cual resultaría, por bajo, un consumo adicional al que ahora existe de 2.700 millones de metros cúbicos, sin tener en cuenta otros usos del agua que los de riegos y abastecimientos. El agua regulable del Tajo se calcula ahora en 49 por 100 del total y creo muy difícil que con nuevos embalses aguas arriba pasará del 70 por 100. Aplicando esta cifra al caudal actual hasta Castrejón, resultaría 0,7 por 3.470, o sea, 2.429 millones de metros cúbicos, con lo cual, hasta ese punto resultaría un déficit, en el futuro, de 271 millones. ¡Eso sin el trasvase! Con él, el déficit llegaría a cerca de 1.300 millones de metros cúbicos por año.

Aguas arriba del Guadarrama, en el tramo Aranjuez Castrejón, que comprende a Toledo, sería algo peor. La disminución de los caudales actuales en un tercio aumentaría notablemente la contaminación con aguas procedentes de Madrid. Pero donde la situación resultaría en verdad calamitosa es en el tramo entre Bolarque, de donde se derivarían 1.000 millones de metros cúbicos hacia el Segura, y la desembocadura del Jarama que incorpora las corrientes sobrantes de Madrid. Puede decirse que apenas quedarían trazas del río. Se ha visto, durante la explotación del complejo Entrepeñas‑Buendía que regula la cabecera del Tajo, que el volumen medio es de unos 1.200 millones de metros cúbicos («YA», 4 de febrero). Al derivar 1.000 hacia otra cuenca, le quedarían al Tajo unos 200 millones, es decir, la sexta parte de su corriente media anual. La afirmación de que sólo se requieren 150 millones en ese tramo, parece muy baja y más bien hecha con el propósito de mostrar que aunque el río desaparezca prácticamente no hay por qué preocuparse. Los trastornos ecológicos, tales como la reducción del cauce normal del río, con mayores perjuicios durante las crecidas, des­ censo de los niveles de humedad, disminución de la riqueza piscícola y otros más, no se han tenido en cuenta; como tampoco que las importantes centrales hidroeléctricas de Bolarque, Zorita y Almoguera y otros aprovechamientos de menor cuantía, quedarían arruinados.

Veamos ahora cuál es la situación de la cuenca del Segura. Las demandas futuras para el riego se cifran en 3.000 millones de metros cúbicos, lo que parece calculado con exceso. Aun suponiendo una extensión en riego de 380.000 hectáreas, calculando una demanda de 6.000 metros cúbicos por hectárea y año, que es lo que ahora realmente se consume habida cuenta de la recuperación posterior, el consumo para riego en toda la cuenca del Segura sería en el futuro de 2.280 millones de metros cúbicos.

La precipitación sobre la cuenca se estimó en 9.707 millones por el Doctor Llamas y en 7.050 millones por la Dirección General de Obras Hidráulicas. Aun admitiendo esta Última cifra y una fuerte pérdida por evapotranspiración, hay que pensar en volúmenes importantes que se infiltran, puesto que los que hoy se utilizan son, según el señor Murcia citado por Llamas (1967), 700 millones en aguas superficiales y 350 de aguas profundas. Sobre todo porque en esta cuenca, de acuerdo con el citado Doctor Llamas, son muy frecuentes las formaciones ele rocas permeables, especialmente las calizas, que favorecen la infiltración al terreno y dan lugar a acuíferos utilizables somo embalses subterráneos, cuya capacidad estima en 15.000 millones de metros cúbicos.

Como caso ilustrativo de lo que puede ser el aprovechamiento intensivo de las aguas superficiales y profundas, hay en España el de la Isla de Gran Canaria (Pliego, VIl Congreso Internacional de Abastecimientos}. Sobre una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados cae una precipitación media de 410 milímetros equivalente en el total de la Isla a 620 millones de metros cúbicos. Las aguas superficiales aprovechadas, representan 40 millones de metros cúbicos, y la explotación intensa, pero todavía sin base científica ni métodos modernos, de las aguas del subsuelo proporcionan 140 millones. Esto da un total de 180 millones, que significa un 30 por 100 de la total precipitación. Y todavía se piensa obtener algo más valiéndose de investigaciones geofísicas y explotaciones con equipo y métodos adecuado, realizando el balance hidrológico completo y la recarga de acuíferos si resulta conveniente; como también por medio de la desalinización del agua del Océano y la recirculación de lol desagües del abastecimiento de Las Palmas, para utilizarlos en riegos.

Si en la cuenca del Segura se llegara a un índice de aprovechamiento semejante al de Gran Canaria, se obtendría un volumen de 2.920 millones. admitiendo las precipitaciones dadas por el Doctor Llamas. y de 2.100 si se parte de las de la Dirección de Obras Hidráulicas. En el peor de los casos se obtendría un volumen mayor que el que se ha pensado aducir con el trasvase.

Los problemas de las otras cuencas deficitarias no son muy disímiles a los de la cuenca del Segura. No hay porque tratarlos, como dice el Ministro en su nota, en forma sucesiva, Advertencia que por otra parte era innecesaria, porque si el Estado se embarca en el grandioso proyecto del trasvase, habría que prosperar, por razones financieras, la resolución de los problemas de otras regiones.

En el Júcar es donde la situación parece menos grave. Hay, como en el Segura, abundancia de formaciones calcáreas, lo que unido a la gran diferencia entre precipitaciones totales ─22.100 millones─ y corrientes superficiales ─2.690 millones─ hace suponer que la infiltración es intensa: La capacidad de los embalses subterráneos se estima por el Doctor Llamas en 40.000 millones de metros cúbicos. por lo que se puede esperar que su recarga y explotación puedan jugar un papel importantísimo. Además hay la posibilidad de suplementar a esa cuenca, sobre topo en su parte Norte, con aguas elevadas del Ebro.

En la cuenca Sur, zona de Almería, la escasez de agua es verdaderamente grave. Puesto que sus cultivos son altamente remunerados. hay que pensar en aprovechamientos exhaustivos del agua, aunque sean caros. El problema puede compararse al de Israel, o al de las Canarias, y no hay por qué desechar soluciones que hoy son costosas, como la desalinización y la recirculación de aguas depuradas, pero que han de abaratarse en el futuro.

En cuanto a la vertiente oriental del Pirineo, que se enfrenta con graves problemas originados por la demanda creciente de Barcelona y su zona industrial y la necesidad de ampliar sus regadíos, ya se piensa en realizar un estudio completo de los recursos superficiales y profundos y en su aprovechamiento combinado; como también en el trasvase del Ebro desde su tramo final, en la recirculación y consumo para riego de las aguas de Barcelona y en emprender, en un futuro quizás no muy distante, la desalinización de las aguas del mar.

LA CONDUCCION DEL TAJO AL SEGURA.

El perfil longitudinal de la conducción da una idea clara de sus complicaciones. Las aguas se elevarían desde el embalse de Bolarque en el Tajo (cota 640) al de La Bujeda (cota 914), con objeto de salvar la serranía de Cuenca. La elevación ─de 600 millones anuales en una primera etapa y hasta 1.000 en la segunda─ se haría por medio de una central de bombeo, una tubería de 275 metros de desnivel y una galería de impulsión de 12 kilómetros; ésta en túnel. Quitando importancia a la elevación, dice el «ABC» (28 de enero) que no ofrece grandes dificultades porque en Madrid el agua es bombeada 300 metros desde el embalse de Picadas a Majadahonda. No dice que esta elevación es para una pequeña parte del abastecimiento de Madrid, no mayor de cuatro metros cúbicos por segundo, mientras que la del Tajo sería para un caudal promedio de 33, que aumentaría a más del doble en las puntas de consumo.

A continuación del embalse de Bujeda, las aguas atravesarían la serranía de Cuenca en una canalización que tendría tres túneles más, con 7,7 kilómetros de longitud en total, y tres sifones, con 11 kilómetros en su conjunto, y otro embalse, el de Balmontejo, para caer al embalse de Alarcón. Después de éste, tendrían que pasar por un contraembalse, el túnel de Tébar, una larga conducción en la Mancha y otro túnel de 30 kilómetros bajo la sierra de Albacete, para llegar al embalse de Fontanar, y de éste caer en el de Talave, en el río Mundo afluente del Segura.

El coste de la obra se anuncia entre 8.000 y 10.000 millones de pesetas, pero en opinión de personas bien informadas, no bajaría del doble o triple de esta cantidad.

Debería hacerse una estimación realista del coste del proyecto a cargo de un grupo de estudio formado por personas que no hayan intervenido en su preparación; y una estimación, no sólo del precio de la obra en sí, sino de lo que significa para la economía del país. Para ello habría que agregar al coste directo, el valor de los perjuicios que ocasionaría en los aprovechamientos e instalaciones del Tajo, más los perjuicios indirectos, más el coste de las obras, ya prometidas, para calmar a los naturales de la cuenca, muchas de las cuales no se necesitarían o resultarían más baratas si el río continuara con su corriente natural. Se llegaría así, seguramente, a una cifra superior a la de cualquier otra solución.

PRODUCCION HIDROELECTRICA.

Se informa que el trasvase del Tajo reducirá solamente en un 20 por 100 su producción hidroeléctrica. Pero esa producción con los saltos construí­ dos, en construcción y en proyecto, sólo en el río principal, asciende a 4.500 millones de kilovatios por año, así es que la pérdida sería de 900 millones de kilovatios hora. Si a ésta agregamos la energía a consumir en la elevación de las aguas desde Bolarque (descontando la recuperación posterior que se obtendría en los saltos de la conducción, que no llegan a la mitad de la energía de elevación), se obtendría una pérdida total, como consecuencia del desvío de las aguas, de unos 1.200 ó 1.300 millones de kilovatios hora; más o menos un 4 por 100 de la energía hidroeléctrica producida en toda España.

DESEQUILIBRIO DESDE LA CABECERA.

Con ánimo de equilibrar la desigual hidrología peninsular se pretende empezar por desequilibrar el régimen hidráulico del río Tajo, pues la extracción de 1.000 millones de metros cúbicos, no sólo es asunto grave por la enormidad de ese volumen, sino por el lugar desde donde se piensa desviarlo.

Cuando Lorenzo Pardo proyectó el famoso pantano del Ebro, cerca de Reinosa, se atribuyó a este embalse el mérito principal de regular el río Ebro precisamente en su cabecera, beneficiando así a todos los aprovechamientos presentes y futuros. Lo proyectado ahora es una desregulación de cabecera, que análogamente, perjudicaría a todos los aprovechamientos a lo largo del Tajo.

EL TRASVASE EN RELACION CON LA PLANEACION DEL DESARROLLO.

Los efectos de un proyecto de este tamaño en el desarrollo económico del país deben analizarse cuidadosamente, comparándolos con los de una inversión semejante en otras atenciones y esfuerzos productivos. No creo que esto se haya hecho: Entre otras razones, por falta de tiempo.

A la determinación del precio «real» del trasvase para la economía del país, de que hablamos antes, habría que añadir, cuando menos, un estudio comparativo de costes (reales) y beneficios derivados del trasvase al Se­ gura y compararlos con los que se obtendrían si el volumen a desviar se empleara para riegos, abastecimientos, industrias, etcétera, en el mismo valle del Tajo.

Habría que compararlos también con los de otras soluciones para aumentar la provisión de agua a las vegas levantinas. En lo que respecta a las del Segura, se han realizado algunas investigaciones y estudios, pero el estudio completo de las aguas subterráneas, basado en un balance hidrológico bien establecido e investigaciones sistemáticas con métodos geofísicos y sondeos, está por hacer. No se sabe, por tanto, cual sea el  volumen que se podría obtener con un aprovechamiento combinado de aguas superficiales y profundas.

Tampoco el estudio de factibilidad de la desalinización del agua del mar parece haberse hecho con vistas al desarrollo, en especial al que se espera en esta técnica durante los años venideros. Los precios del agua por metro cúbico se han calculado en 4,50 pesetas para la depuración del agua del mar y 1,60 la acarreada desde el Tajo. Seguramente si este último se calcula teniendo en cuenta los costes reales (directos o indirectos) de que hemos hablado, los precios no serían muy diferentes. Pero además, según las proyecciones de los precios para el agua desalinizada (expuestos en la Conferencia «Water for Peace» en 1967), los actuales programas de investigación y desarrollo de esa técnica apuntan a la posibilidad de producir agua a un coste entre 1,4 y 2,71 pesetas el metro cúbico, que son comparables a los que se dan para el trasvase, sin contar más que su coste directo

Se ha hablado al enunciar el proyecto de desequilibrios hidráulicos, pero no se han mencionado los desequilibrios económicos entre las regiones, que son aún más graves y deben merecer mayor atención. La región de España que rodea a Madrid es pobre en renta y escasa de recursos naturales. No se puede desconocer el papel que un río, relativamente grande en una región seca, desempeña en su economía y puede desempeñar en su futuro desarrollo.

Ya hoy, la relativa opulencia de la capital en medio de una región empobrecida se vé por muchos habitantes de las regiones litorales más prósperas como la creación artificial de una política centralizadora muy marcada. Si se merma uno de los principales recursos con que cuenta la Castilla del Sur, el caudal del río Tajo, desviando una parte importante hacia otras tierras, la situación presente se agravaría aún más. Y el ya fuerte contraste entre la relativa prosperidad del litoral con la pobreza del centro, y entre ésta y el poderío de la capital, se harían todavía mayores, agravando así los problemas, muy delicados a veces, en sus aspectos políticos sobre todo, que son en parte consecuencia del marcado desequilibrio económico entre las diferentes regiones españolas.

Febrero de 1968.

Pone el énfasis en aspectos diferentes, entre otros que con el trasvase quedaría el Tajo a la altura de Aranjuez reducido a un hilillo de agua o completamente seco o que al plantearse el trasvase desde cabecera se afecta a toda la cuenca, además de ser engañosa la cifra del balance global de la cuenca. Este escrito, o lo que en él se cuenta, no fue considerado de interés por la Diputación Provincial de Toledo[1]. Un escrito más breve, El trasvase del Tajo al Segura o un nuevo intento de despojo a Castilla (Díaz-Marta, 1968), fue publicado en la revista Comunidad Ibérica ─realizada en México─.

Bibliografía

Díaz-Marta, M., 1968. El trasvase del Tajo al Segura o un nuevo intento de despojo a Castilla. Comunidad Ibérica, 35(julio-agosto de 1968), pp. 7-11.
Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/ano-vi-num-35-julio-agosto-1968/

Moreno Nieto, L., 1978. Toledo y el Trasvase Tajo-Segura. marzo de 1978 ed. Toledo: Publicaciones de la excelentísima Diputación Provincial de Toledo.


[1] «la inversión que se haga en el trasvase estará amortizada hacia 1980. las cifras manejadas por el señor Conde Alonso ─apunta el Gobernador Civil─ son las facilitadas por el Ingeniero señor Díaz-Marta, quien por permanecer en el exilio, donde nada se olvida y nada se aprende, posee una visión deformada de la situación e ignora las peticiones formuladas por el Consejo Económico Sindical de Toledo y aceptadas por Obras Públicas». De la pág. 123 de Toledo y el Trasvase Tajo-Segura (Moreno Nieto, 1978)

Autor:

Antonio de Lucas Sepúlveda

Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos (UPM) y Doctor por la Universidad de Alcalá en el programa Hidrología y Gestión de los Recursos Hídricos.
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